La crónica menor ESPERANZA Y CORAJE, por Cardenal Baltazar Porras Cardozo
“Para ponerse en camino son necesarios la esperanza y el coraje». Entresaco de la entrevista que Juan Salvador Pérez le hiciera al Padre Luis Ugalde, en la que se recogen interesantes reflexiones que nos interpela sobre la situación de Venezuela hoy, y de la responsabilidad que como creyente debemos asumir. Buena lección que invito a seguir.
“Sin duda los debates políticos de hoy en todo el mundo necesitan profundizarse y nutrirse de la identidad más profunda del ser humano, y cultivarse en el huerto interior donde brota lo religioso y lo espiritual más sagrado y trascendente del ser humano; aunque por razones históricas hoy en Occidente el debate político se considere laico y entre agnósticos, al menos metodológicamente. En ese sentido, en el debate político venezolano la presencia explícita de lo religioso es distinta y más pudorosa que en los años sesenta, cuando se estrenaba y avanzaba la democracia en nuestro país. Sin embargo, hoy los documentos del Episcopado y las palabras y obras de proyección sociopolítica de la Iglesia son más escuchadas que nunca por personas que pudieran considerarse incluso anticlericales. Me llama la atención que, en las universidades, donde en aquellos años predominaba el anticlericalismo, hoy es muy bien recibida y escuchada la presencia y la voz de sacerdotes. A su vez este suena más a Evangelio que a partido clerical”.
“La solución a la grave enfermedad sociopolítica venezolana es de largo aliento, pero por eso mismo hay que salir pronto de ella, antes de que se agrave más. Una cosa es salir de camino y otra es llegar. Para ponerse en camino son necesarias la esperanza y el coraje. Por eso hay que evitar el peligro y la tentación de “dar largas” como fruto del desaliento y de la desesperanza, como si ya el actual régimen dictatorial fuera triunfante, duradero y moralmente aceptable. No, el oficialismo está más aislado internacionalmente que nunca y nacionalmente el malestar social del venezolano es general y de agonía. Una cosa es que el camino de la reconstrucción del país sea largo y otra aceptar la gravísima crisis nacional como inevitable, y resignarse a vivir e incluso casarse con ella, dejando la tarea del cambio para otra generación”.
”Claramente Venezuela no puede renacer sino en justicia y verdad y sin un reencuentro nacional, pues la vida de uno en la polis, en la ciudad, es imposible sin pasar del yo al nos-otros. Es salir del poder como opresión al servicio y pasar de individuos a ciudadanos. No hay República sin un acuerdo, un pacto social para juntos lograr el bien común. Esa es una verdad política, pero por encima de todo es una verdad antropológica: no hay realización del yo sin nos-otros”.
“El reencuentro y la reconciliación de adversarios son un milagro, pero un milagro que vemos todos los días cuando la gente pasa de la muerte del odio a la vida del abrazo. En Venezuela no estamos lejos, sino en vísperas de volver a descubrir que el bien particular está en el bien común que da sentido al abrazo de reconciliación y se nutre de él. En muchas comunidades populares -y también en otros sectores- ya estamos viviendo reconciliaciones y reconstrucciones del tejido social que parecían imposibles”.
Esperanza y coraje, visión y objetivos claros, una fe inquebrantable en el seguimiento de Jesús de Nazaret, son avío para el camino de la vida en búsqueda de la fraternidad, la igualdad y la libertad.
49.- 19-8-22 (3462)